Aquel día desperté con una extraña sensación, el mundo parecía más aburrido que de costumbre, me vi superado por la rutina y me pregunté cuál era el sentido de la vida, para qué nacer, pasar años estudiando, sólo para pasar el resto trabajando, para acabar olvidado en tu lecho de muerte.
Cuando te haces estas preguntas y asumes tantas cosas como verdades, el mundo te da una patada en la boca y no te queda más remedio que ver las cosas tal y como son, y las preguntas cambian, y tu con ellas, piensas que habría pasado si hubieses tomado aquella oportunidad, pero no logras darte cuenta que si la hubieses tomado serías otra persona haciéndose un conjunto completamente diferente de preguntas.
Es cuando esas ramificaciones parecen llevarte al lugar correcto y dudas lo que siempre has creido, la rutina parece ser sólo un recuerdo y comienzas a preguntarte si existe tal cosa como el destino.
Mi lugar fue en el momento más rutinario del día, aquel en que las preguntas son siempre las mismas y aún no abres los ojos. Me encontraba en aquel medio de transporte público cuya cantidad de usuarios se multiplicó increiblemente ante la habilitación de tan nefasto proyecto de transporte que era la prueba de que de la teoría al hecho hay un mar de distancia.
Fue entonces cuando las decisiones parecieron encajar perfectamente para crear ese momento y comencé a pensar que la vida no era lo que creía. Te das cuenta de las decisiones que no sabías que habías tomado, como quedarte hablando con alguien en lugar de irte, fueron esas pequeñas decisiones las que me llevaron a ella tiempo atrás, y las que me llevaron a entrar exactamente por esas puertas.
Yo sabía muy bien quien era ella, habíamos hablando tantas veces antes, aunque nunca como ahora, ella no sabía que yo era el mismo, no sabía que yo era él, pero después de unas cuantas palabras se dió cuenta, no habríamos llegado a tal conversación de lo contrario, entonces la miré a los ojos y le dije:
- ¿Crees en el destino?
- ¿Destino?
- Si, a veces pienso que el mundo es demasiado pequeño para tantas coincidencias.
- ¿Soy yo una de ellas?
- Puede ser.
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