18 de junio de 2010

Memorias de un Yo desesperado

Hoy desperté y en el mundo los peces ya no nadaban.

No existía más que un oscuro amanecer que de amanecer no tenía nada más que un vestigio de tan viejo crepúsculo que una vez se abalanzó sobre nosotros cargado de un terrible presentimiento.

Del verde solo quedaba el recuerdo, pues hoy, como todo y como siempre, el mundo se redujo a cenizas.

El mar es solo una ilusión en las memorias de quienes aún tenemos el valor para mirar atrás, y volar volvió a ser un sueño inalcanzable.

La razón nos alejó de los dioses, y como lo hicieron muchas civilizaciones atrás, rogamos por estar cubiertos por el cómodo velo de la ignorancia, para poder mirar al cielo e inventar el mar, y protegernos por seres supremos que nos dan estabilidad.

Caminaba por los escazos lugares por los cuales el calor te permitía pasar, cuando me pregunté si existía alguien más desdichado que yo, en ese momento alzé mi vista y miré hacia el norte, mis ojos encontraron un cuerpo carbonizado apenas reconocible como un otrora miembro de una autoproclamada gran civilización, y comprendí que aún me quedaba lo más preciado, aún vivía, y poseía lo básico para ello, esperanza.

Al poco andar el calor comenzó a ceder, pero por más que lo deseaba, las cenizas seguían en su lugar, el mar seguía sin estar y el cielo era tan oscuro como podía imaginar.

Al llegar a viejos lugares y ser invadido por grandes recuerdos di con un ser familiar, era alguien como yo, los dioses habían oído mis desesperadas plegarías, ya que sólo nos acordamos de ellos en momentos de gran desesperación.

Era un ser más desdichado que yo, porque ese hombre, no alzó su mirada, la mantuvo baja hasta tropezar con el mismo cuerpo que yo vi un tiempo atrás, momentos antes se habia preguntado si existía alguien más feliz que él, los dioses escucharon sus plegarias, pensó, ya que, al igual que yo, encontró en ese cuerpo lo que buscaba, alguien que no necesitaba lo que yo nunca había perdido, porque no estaba vivo para enfrentarse a este infierno, fue entonces cuando aquel desdichado hombre deseó estar muerto y no en mi lugar.

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