Las sombras y las cruces son tan reales como mis creencias, el amor mueve montañas y es la única verdadera razón por las que peleamos guerras, el honor quedó en el olvido y la tradición ahora sólo yace en viejos libros cubiertos en polvo por el paso de los años que nadie recuerda pues nadie vivió.
El amor vuelve a golpear mi puerta pero esta vez y por primera vez algo me obliga a decir que no estoy y la ventana fue tan pequeña que no hay espacio para arrepentirse, a pesar de que a veces lo pienso pero la mayor parte del tiempo no lo entiendo.
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