El ritmo decrece, la demencia se hace cada vez más fuerte y algo dentro de ella me advierte sobre ésta como la última vez, el pulso es cada vez más débil y unos pasos después del punto sin retorno abro los ojos dentro de esta niebla para darme que cuenta que me deja para no regresar.
De algún modo es reconfortante y otros pensamientos me dicen que es infartante, esa mezcla de lo viejo y de lo nuevo donde el resultado no es constante ni parejo, sólo imágenes inconexas frente a mis ojos desgastados, hey chica linda, tu pulso me ha dejado y ya no queda nada de lo nuestro.
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